Otro verano que se va, atrás quedan las olas de calor, playas, piscinas, helados, vacaciones y aquello que conlleve estar achicharrado durante la mayor parte del día y teniendonos noches en vela.
Puede que no sea el verano que más tiempo he pasado en la playa, y
realmente me gusta tanto, como tanto odio luego quitarme la molesta arena pegada a los pies y que tanto cuesta quitarse incluso en la pasarela de madera, lo pegajoso que te quedas al salir del agua
salada y sobre todo las quemaduras si te pasas tomando el sol, "cosa que normalmente ocurre casi sin darnos cuenta".
Una de las veces que mejor me lo pasé fue en Calblanque, lugar que había visitado otras veces, una playa bastante tranquila y limpia, ese día aparte de los baños de rigor nos pegamos una caminata descalzos a través de la parte
rocosa para ver el molino, buceamos hasta sitios demasiado alejados y profundos
con la visita inesperada de algún pez bastante grande, y alguna quemadura de la que nos
acordaríamos e incluso reiríamos días después.
Este dibujo es un homenaje a un buen amigo mío en dicha playa, Alex me
contó que ya había estado por allí de adolescente con la familia y lo ajetreado
que resultaría ese día ya desde el principio.
Reticente, se caló la gorra hasta las cejas y suspiró…
Dadme un respiro…
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